
En el momento en que algo es nombrado
ese algo ya ha sido destruido,
Ya ha muerto.
La inmortalidad o perpetuidad de algo
está en su innombrabilidad,
en su impronunciabilidad.
Ahora me ves y ahora no me ves...
En algunos casos podemos estar seguros de que
Se puede disfrutar de todos los "efectos" que se nos ocurran,
pero para cada uno de ellos debemos hacer las "causas" necesarias.
Sin embargo No siempre es así.
Nos han enseñado a crecer mutilando nuestra propia naturaleza retorcida
para crear a un "ser antinatural", supuestamente "cuerdo",
que se ajusta a las medidas y normas de un sistema
que no es otra cosa que un gran aserradero
donde se aprovecha nuestra "madera" y se usa nuestro "tiempo"
en la construcción y realización de sueños ajenos,
mientras nos convencen de que es la única manera
de realizar nuestros propios sueños...
¡Esa manipulación es la mayor de las mentiras!
Un árbol con el tronco retorcido no será cortado por ningún leñador,
y vivirá la totalidad de su vida en paz, debido a su inutilidad.
Si a la oscuridad sigue la inminente claridad,
para qué obrar "forzando" el cambio?
Si a la soladad seguirá la compañera de nuestra vida,
cuál es el sentido de "manipular" el cambio de uno en otro?
Hay que aprender a cultivar una especial forma de Fluir sin influir,
de virir no en la certeza pero sí en la convicción
de que las cosas ya son, sólo que no se han manifestado.
Todos lo saben, pero pocos lo practican...
Tal es el Tao de la Causalidad.
21/02/13
08:53 am
Rolando Bourdette
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